Como si de una película se tratase, el hundimiento el pasado 25 de mayo en el Golfo de Guinea del remolcador "Jasón 4" mientras remolcaba a un petrolero ruso, ha dado lugar a una historia digna del mejor de los filmes de Hollywood. Uno de los tripulantes consiguió ser rescatado con vida, cuando el remolcador yacía boca a bajo a 30 metros de profundidad, tras pasar 60 horas sumergido... sin duda una hazaña tanto para los buceadores que obraron el milagro, como para el cocinero Harrison que ha vuelto a ver a su mujer.
Tras varias inmersiones con botellas de buceo, y ante el riesgo de enfermedad descompresiva para los supervivientes en caso de una evacuación desde los 30 metros, comenzaron a realizar buceo con campana de saturación. Tras numerosas búsquedas, recuperaron 10 cadáveres, cuando las esperanzas eran mínimas, entre la cocina y un baño, se obró el milagro, Harrison, el cocinero, permanecía con el agua hasta la cintura, amarrado a cinco chalecos salvavidas para evitar ahogarse si se quedaba dormido.Tras explicarle que no corría peligro, y que iba a ser introducido en una campana de saturación, se le colocó un casco de buceo, y pudo entrar en la campana cerrada de buceo, junto a sus rescatadores. Una vez en el exterior y tras tres días de aclimatación a la presión atmosférica de superficie, volvió a ver la luz del sol, emocionado prometió ver a su mujer de inmediato.
El valiente náufrago, fue capaz de guardar la calma, y además de colocarse los chalecos salvavidas, realizó hasta al menos siete salidas de su bolsa de aire para tratar de encontrar con vida a alguno de sus compañeros en el interior del barco. Cuando vió que no tuvieron su suerte, construyó un péndulo con un cabo y un ventilador, amarrados a una barra ubicada encima de su cabeza, para golpear periódicamente el casco con el ánimo de que le oyesen y procediesen a su rescate, lo que le mantuvo despierto y animado, con esa esperanza.En declaraciones al diario argentino La Nación, Iván Parvanoff ha declarado que "La parte mala, fue la presión de todos estos días, sabiendo que esta tragedia se podría haber evitado y el hecho de que se haya cobrado vidas, teniendo que trasladar cadáveres a bordo en la cubierta y con un resultado final trágico", se lamenta, al mismo tiempo que afirma "La parte buena es la satisfacción de que valió la pena todo el esfuerzo que hicimos mis compañeros y yo mezclando los conocimientos sobre estas técnicas de buceo y las tecnologías, para traer de vuelta a un tripulante, que nos emocionó con sus historias de supervivencia en un lugar oscuro y hostil y que hoy está bien, junto a su familia, y que aunuqe trágico, hay 10 familias que pueden despedirse de sus seres queridos".
FUENTE: Miryam Acebo - www.bajoelagua.com
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